En 1926 cuando apareció en escena el primer televisor comercial los expertos decían que
el cine tenía los días contados. Quién diría que algunas décadas más tarde el
cine se posicionaría como una de las principales fuentes de entretenimiento
grupal y un elemento clave en la formación de una cultura global. No paso así con la televisión, que vive
actualmente una de sus mayores crisis existenciales.
Según la revista electrónica Pshych Central, de origen estadounidense,
los miembros de la llamada ‘Generación Y’ –o del Milenio-, y todos los que
nacieron después de los años noventa tiene cada vez menos interés en ver
televisión, sobre todo desde la adolescencia; en su lugar se vuelcan hacia la
Internet, y la usan en prácticamente todas sus necesidades de entretenimiento
(excepto por los videojuegos, que también pueden ser usados en los
computadores, y a consolas exclusivas para ellos).
La audiencia cada vez
es menor, lo cual ha impactado de tal forma que las cadenas televisivas están
optando por transmitir total o parcialmente su programación a través de una
página web con el fin de no rezagarse.
Actualmente los consumidores son más exigentes, más críticos, están mejor informados,
difícilmente se sorprenden con algo y son más individualistas. El
entretenimiento orientado a las masas se terminó; ahora mientras más
personalizado y especializado sea un contenido tendrán una mayor aceptación
dependiendo del mercado al que se oriente.
Un punto de ruptura por lo que los jóvenes se están alejando
de la televisión son los comerciales. Son un mal necesario, ya que sin ellos no
se podría ofrecer una gran variedad
televisiva, pero, a nadie le gustan a menos
que sea un amante de la publicidad.
Una película de 1 hora 30 puede durar hasta
3 horas en la televisión, reduciendo el
nivel de satisfacción; tu mente se desconcentra y hace que se vuelva aburrido.
Con internet sucede diferente, existen programas que pueden
bloquear la publicidad o la misma puede ser omitida después de breves segundos.
Las tendencias indican que la personalización en los
productos y servicios es una exigencia,
que la televisión no puede cumplir. Entramos en una era donde cada quién busca
llenar su necesidad de entretenimiento y diversión en lo privado, con lo que
desea ver.
No está obligado a soportar novelas sin sentido, frívolos
programas de “chismes”, comediantes sin gracia, cantantes sin talento o la nota
roja con su dosis de violencia. Ahora los consumidores eligen qué, cómo, cuándo
y cuántas veces quieren ver un contenido que resulte atractivo para ellos.
Es la caída de la televisión y el auge del internet.
Por Daniel Herrera.